viernes, 17 de agosto de 2012

Las tontas no van al cielo


Candy conoció al hombre de su vida en la fiesta de su cumpleaños número quince: Patricio pasó a ser su novio y el centro de todos sus pensamientos. Pero no sólo eso, también pasó a ser el patrón de su papá. Candy es muy feliz y comparte esa felicidad con sus hermanas Alicia y Verónica.


Tiempo después, Alicia, se va a vivir al Distrito Federal y Verónica muere a causa de mala praxis, al recurrir a una cirugía plástica para reducir su abdomen. En su cumpleaños número dieciocho, Candy hace el amor por primera vez, a sólo una semana de su soñada boda con Patricio.


Alicia llega para la boda de Candy, quien le pide perdón, ya que se siente responsable de que Alicia haya terminado abruptamente su carrera de bailarina. Alicia la perdona, o por lo menos, eso es lo que entiende Candy. Paralelamente, Patricio está profundamente enamorado de Candy y además, la boda con la “hija del chofer”, le permite disfrutar de una pequeña venganza. Vengarse de su padre, de quien padeció el alcoholismo y el maltrato a su madre.


En la despedida de soltero de Patricio, los amigos le tienen preparado un regalo y le dan la llave de una suite del mismo hotel. Alicia descubre la broma que le están preparando y manipula la situación logrando su propósito; tener sexo con Patricio.


En la boda, un suceso incidirá en la vida de Candy, pues invitó a su querido tío Meño, quien fue desterrado de la familia por ser gay. Meño estuvo en la iglesia y para evitar un escándalo se va, dejando a su sobrina un sobre con dinero.


Durante la fiesta, Patricio y Alicia se meten en un baño para hablar sobre la noche anterior y Candy, al subir a cambiarse de zapatos, ve a Alicia y Patricio fundidos en un beso lleno de deseo. Su padre pretende calmarla, diciéndole que Patricio es un hombre y que lo que vio fue situación común, pero Candy utiliza el dinero que le regaló su tío Meño para ir al Distrito Federal y matar a la antigua Candy.


Ya estando en el DF, Candy va a vivir con su tío Meño, sin saber que la única vez que hizo el amor con Patricio, quedó embarazada. Meño hace creer a la familia de Candy que ésta murió y que sus cenizas fueron depositadas en Guadalajara y meses después nace su hijo Chava.


Siete años después producto de una casualidad, Candy se reencuentra con Santiago y trata de vivir un romance con él, siempre bajo la lucha interna de amor contra independencia. Tiempo después Candy decide publicar en una popular revista publica, una columna semanal titulada “Las estúpidas no van al cielo”. Cuando la columna empieza a ser exitosa, la posibilidad de tener un lugar para trabajar a favor de la mujer, se vuelve realidad.


Sin imaginarlo, Santiago será su competencia y continuará con su clínica dedicada a la belleza artificial, mientras Candy se dedica a su instituto de belleza interior. Los enfrentamientos serán cotidianos; ella le robará pacientes a Santiago y él se vengará boicoteando el instituto de Candy. Sin embargo, ambos tratarán de sobrevivir juntos a pesar de los obstáculos que se les presenten.







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